Se cree que este perro llegó a Japón, posiblemente, alrededor de 400 a. c., llevado allí por comerciantes marinos. Aunque la raza se desarrolló en Japón, deriva en origen de las razas de Spitz blancos del norte de Europa y de Norteamérica, como el Spitz Alemán y Ruso o el Samoyedo. La raza resultante se subdividió en dos categorías de diferente tamaño. La grande se denominó “Samo” y la pequeña “Spitz”; esta última fue la que se convirtió en un perro de compañía habitual en Japón y se extendió después a Suecia y, de allí, al resto de Europa y del mundo.

Este perro debe tener su cabeza en armonía con el cuerpo, ser ancha y redondeada, una boca aguda con un hocico no muy grande, orejas en forma triangular y no muy grandes al igual que erguidas, un pelaje largo en todo el cuerpo a excepción de la cara, parte delantera de las patas y parte trasera de las de atrás, por debajo de los corvejones. El pelo abundante del cuerpo presenta una doble capa. El pelo de la exterior es largo y separado y el pelo de la interior es espeso y esponjoso, la tonalidad de su manto es blanco puro, su cola la lleva enrollada sobre la espalda y presenta pelaje largo que recuerda a una pluma, Su tamaño es de 30 cm a 38 cm sin embargo, las hembras suelen ser más pequeñas que los machos, tienen un peso de 6 kg a 12 kg y tienen una vida aproximadamente de 15 años.

Pese a sus patas cortas, es muy atlético y presenta una constitución fuerte con una proporción física de 10:11. Esta es la relación entre la altura de hombro y la longitud de la cola. Esto lo diferencia del Spitz Alemán mediano, cuya constitución, con una relación de 1:1, es completamente cuadrada. Otra diferencia reside en el pelaje, que, a diferencia del de su pariente alemán, es exclusivamente blanco puro.

Aunque es un guardián atento, como cualquier Spitz, no anuncia a cada persona o perro que pasen por su territorio. Solo si ve que su familia, a la que quiere por encima de todo, corre peligro, deja de reprimirse y la defiende a plena voz y con gran valentía. Por suerte, esto pasa raras veces, por lo que este Spitz es muy agradable y tranquilo. Ante los desconocidos muestra cierta reserva saludable, pero sin una desconfianza exagerada.

Le encanta retozar en la naturaleza, dar largos paseos por el bosque y jugar a tope con su cuidador/a. También le encantan los deportes caninos rápidos, como el “Agility”.  Además, si combinas los paseos, juegos y deportes con ejercicios mentales, lo entusiasmará de una forma adecuada.

El Spitz Japonés ama una cosa más que hacer ejercicio al aire libre: a su familia. Le encanta acompañarla a todas partes y disfruta a tope de la cercanía de las personas de su entorno. En cambio, no tolera la soledad y la compañía de otros perros o animales domésticos no le basta. Su apego, combinado con una enorme rapidez de compresión y disposición a aprender, hace que su adiestramiento sea facilísimo. Ni siquiera las personas sin experiencia con perros se encontrarán con muchas dificultades.

Además, puede convivir con niños pequeños y otros animales domésticos.

Gracias a su simpatía y a su naturaleza temperamental, pero tranquila, el Spitz Japonés es un perro de compañía ideal para todo aquel que tenga tiempo y ganas de hacer cosas activamente con su perro. Da igual si vives solo/a o en familia, en el campo o en la ciudad. Lo importante es que tu situación vital te permita tener al perro cerca la mayor parte del tiempo. Esto significa que pueda acompañarte a hacer deporte, visitar amigos, ir a comprar o a la oficina. Su apego y obediencia lo convierten en un compañero muy sencillo. Incluso los intentos de imponer su voluntad, que le confieren un encanto especial, pueden frenarse rápido con algo de perseverancia.

Pese a la predisposición genética a numerosas enfermedades, muchas de estas dolencias pueden evitarse con unos cuidados suficientes. Los problemas dentales, en particular, se pueden prevenir con una higiene dental regular. Esto significa lavarle los dientes semanalmente o, aún mejor, a diario. Las enfermedades o inflamaciones de los ojos, nariz, oídos y uñas pueden detectarse y tratarse a tiempo con unos buenos cuidados y controles periódicos. Otro aspecto importante son los cuidados del pelaje del Spitz Japonés. Pese al impresionante manto de pelo tupido, no es difícil de cuidar. Así pues, basta con peinárselo o cepillárselo a fondo dos veces por semana. Solo durante el periodo de muda (dos veces al año) tendrás que peinarlo a diario.

Una sana alimentación contribuye a aumentar su vitalidad, sin embargo, una incorrecta puede provocar numerosas enfermedades al igual que sobrepeso, siendo éste un problema al cual es propenso gracias a su reducido tamaño. Para ello su alimentación debe ser principalmente una alta proporción de carne de buena calidad acompañada de verduras y, posiblemente, arroz. Por el contrario, una proporción excesiva de cereales es signo de mala calidad. Esto, a la larga puede acabar provocando problemas digestivos y hasta sobrepeso. Hoy día existe una amplia variedad de pienso y comida húmeda que cumple con los requisitos nutricionales del perro. Sin embargo, cada vez más gente opta por cocinarle la comida al perro en casa o por el método “Barf”. Este último consiste en darle carne y verduras crudas. Estas dos últimas opciones son opciones viables siempre y cuando se tenga el conocimiento profundo acerca de los alimentos utilizados y de los requerimientos del perro.

Referencias:

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