El Bullmastiff se llamaba originalmente “El guardián nocturno del coto”, (un coto es en pocas palabras un terreno acotado) ya que se utilizaba para atrapar a los cazadores furtivos. El grupo del Bullmastiff es un 60% del mastín inglés y un 40% del bulldog. Esta raza se creó a finales del siglo XIX. Cuando disminuyó la necesidad de vigilar los cotos, el Bullmastiff empezó a usarse en deporte. A veces, alguien se ocultaba en la maleza y, al cabo de un rato, se soltaba al Bullmastiff con bozal para ver si lograba encontrar a la persona. No estaban entrenados para herir o morder, sino para derrotar al objetivo.
El Bullmastiff es un perro compacto, poderoso y musculoso que tiene la cabeza grande y cuadrada. El pelaje es corto, duro e impermeable y es de color beis, rojizo o atigrado (en el morro es negro). Los adultos miden entre 64 y 69 cm y pesan entre 50 y 59 kg, mientras que las hembras adultas miden de 61 a 66 cm y pesan entre 41 y 50 kg.
Son perros muy protectores de su familia y de otras mascotas, por lo que tienen que socializar desde pequeños. El Bullmastiff solo aceptará a los desconocidos si se los presenta alguien de confianza. Las visitas o intrusos no tardarán en volver sobre sus pasos. No es una raza recomendada para dueños primerizos por su fuerza, su tozudez y su carácter sobreprotector.
Una familia con un Bullmastiff será recompensada con un compañero fiel y cariñoso. Sin embargo, a pesar del carácter generalmente relajado del perro, es imprescindible supervisarlo cuando está cerca de niños, puesto que es tan grande que podría derribar a un niño involuntariamente. La socialización y el adiestramiento son básicos para convivir con éxito con esta raza. Si se expone al perro al mayor número posible de personas, lugares y situaciones nuevas, especialmente cuando es un cachorro, puede mostrarse menos desconfiado con las visitas y las personas que no conoce. Gracias a su pelo corto su necesidad de aseo es mínima. Su muda es ligera.
Si vas a incorporar un Bullmastiff a tu familia, deberás ser muy tolerante puesto que estos perros tienden a babear bastante, lo cual es completamente normal en esta raza; también tienen fama de roncadores. Como ocurre con la mayor parte de las razas muy grandes, no viven tanto como los perros más pequeños. La esperanza de vida media oscila entre los ocho y los diez años.
El Bullmastiff cachorro es un perro bastante enérgico. Su carácter amigable hará que quiera conocer y conectar con sus adoptantes y jugar con ellos incansablemente. Al ser un perro que llega a tener un tamaño considerable, puede parecer bruto en esta etapa. Sin embargo, el Bullmastiff cachorro puede tranquilizarse enormemente si le dedicamos tiempo diariamente para realizar actividad física.
Es un perro con muchas ansias de explorar, que necesita mucho movimiento para desarrollarse física y mentalmente, por lo que, en su etapa de cachorro, necesitará atención constante. Además, no te olvides de que socialice con otros perros y personas para desarrollarse adecuadamente.
El carácter del perro Bullmastiff es extremadamente protector y es susceptible al adiestramiento desde pequeño. Se adapta muy bien a su entorno y tiene un carácter alegre y juguetón. Aunque su naturaleza protectora le hace estar alerta constantemente, en su etapa adulta es bastante tranquilo y no tiene tendencia a ladrar en exceso.
El temperamento de esta raza de perro es fuerte, lo cual se acrecienta si tenemos en cuenta la apariencia intimidante de este animal. Aunque siempre serán cercanos y obedientes con su familia, sus características hacen necesaria una correcta socialización desde cachorros, para que no desarrollen problemas con otros perros o personas.
Existen diferentes patologías que pueden afectar al Bullmastiff como la displasia de cadera, que afecta la movilidad en la articulación y es común en perros grandes y pesados. Para prevenirla, debemos evitar el sedentarismo y el sobrepeso, proporcionándole actividad física y una alimentación de calidad.
La torsión gástrica o de estómago también es una afección común entre los perros de gran tamaño, a través de la cual se estrangulan los vasos sanguíneos de su estómago, impidiéndole evacuar. Para prevenir esta situación, debemos alimentarlo mínimo dos veces al día y evitar que coma antes o después de una tanda de ejercicio intenso.
El Bullmastiff cachorro puede sufrir entropión, un trastorno por el cual las pestañas se doblan hacia el ojo, provocando malestar, dolor e irritación. Es urgente que se trate con un veterinario para evitar problemas futuros. Suele ocurrir durante los primeros doce meses de vida del animal.
Esta raza presenta menos hormonas tiroideas de lo habitual, por lo que tiende a sufrir hipotiroidismo. Un metabolismo más lento puede desembocar en sobrepeso, lo que aumenta su riesgo de sufrir problemas cardiacos. La miocardiopatía dilatada es el más común para el Bullmastiff. Evitar los alimentos altos en grasas y hacer actividad física diariamente serán los mejores mecanismos para evitar estas situaciones.
Al tener el pelo corto y lacio, su manto no requiere de atenciones específicas. La salud de su pelaje se mantendrá a través de una dieta equilibrada. Un cepillado una vez por semana con el peine adecuado será suficiente para el Bullmastiff. Un baño o dos al mes son lo más apropiado para controlar la muda de esta raza de perro.
Al cepillar, debemos controlar que la piel no esté soportando un exceso de sequedad, creando grietas y pequeños desprendimientos, ni un exceso de grasa, apareciendo comedones o ensuciando muy rápido su pelaje. Una buena alimentación será la encargada de controlar estas variaciones.
Como ocurre con todas las razas, el perro Bullmastiff necesita que revisemos la salud de sus ojos y oídos semanalmente, para evitar infecciones u otros problemas. Debemos limpiarlos regularmente con los productos adecuados. Sus uñas también tienen que ser cortadas, pues los perros domésticos no las desgastan lo suficiente.
Durante su etapa de cachorro, precisa una alimentación especializada para cachorros de raza grande. Una mezcla de pienso seco y comida húmeda de estas características asegura un crecimiento lento y constante. Debido a su gran tamaño, puede ser muy perjudicial que engorde demasiado durante su crecimiento, pues sus articulaciones están soportando grandes cambios.
Debemos controlar su peso de forma especial durante esta etapa de su crecimiento. De esta forma, impediremos que su alimentación derive en problemas articulares o de tiroides.
Durante su etapa de adulto, requerirá de una alimentación que se centre en el aporte energético. Un perro que lleva a cabo tanta actividad a lo largo del día necesita tener las pilas cargadas diariamente. Las opciones bajas en grasa y altas en proteína de calidad son las más recomendables para mantener sus músculos fuertes y alejarlo del sobrepeso. También durante esta etapa, puede necesitar una alimentación específica para atender las patologías previamente mencionadas. El cuidado de sus dientes es esencial, por lo que es probable que necesite cambiar raciones de comida seca por comida húmeda. El uso de condroprotectores en esta etapa puede ser una buena opción para él (alimentos complementarios con efectos benéficos para la salud de las articulaciones).
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