El Lobero Irlandés pertenece a una raza antigua. Se ha documentado la presencia de grandes perros lobo en Irlanda hace más de 2000 años. Perros de reyes y nobles, los loberos Irlandeses tienen una historia larga y fascinante, ya que se han usado como perros de guerra (tiraban a los guerreros de sus caballos o carros) y como cazadores de lobos. El último lobo fue cazado en Irlanda en 1786 y la popularidad de la raza empezó a decaer, algo que acentuó la Gran Hambruna de 1840, pero algunos entusiastas de esta raza lograron recuperarla.

Es el perro de mayor tamaño del mundo igualado con el “Gran Danés”, sin embargo el Lobero Irlandés logra ganarle; la altura mínima de un macho adulto de Lobero Irlandés es de 79 cm y la de una hembra, 71 cm. El promedio de altura de esta raza está entre 81 y 86 cm y tiene un peso mínimo de 54.5 kg para los machos adultos y de 40.9 kg para las hembras adultas. Aunque es enorme, es grácil (delgado) y atlético. Su pelaje, áspero y de longitud media, puede ser gris, atigrado, rojo, negro, blanco, leonado, canela o gris acero.

Es un perro amable y amistoso, el Lobero Irlandés es el gigante bonachón del mundo de los perros, aunque los cachorros y los adultos jóvenes son enérgicos y bulliciosos y puede que no sean ideales para una familia con niños pequeños. Se llevan bien con otros perros, aunque algunos pueden sentirse intimidados por su tamaño. Su enorme tamaño hace que no sean adecuados para muchas familias, pero aquellas que puedan satisfacer sus necesidades encontrarán a un compañero entregado.

Los cuidados del Lobero Irlandés han de centrarse en el cepillado de su pelo, que ha de realizarse como mínimo dos veces a la semana, evitando así que se formen enredos o marañas. Los baños han de limitarse a cuando sea estrictamente necesario.

Los canes grandes como el Lobero Irlandés suelen tener un apetito bastante insaciable. Es por ello por lo que debemos repartir el alimento diario en varias comidas. De esta forma, evitaremos que el can coma más de la cuenta y esquivaremos posibles enfermedades cardiovasculares. Además, la comida deberá contener los minerales y las vitaminas necesarias para fortalecer las articulaciones y los cartílagos del animal.

El deporte se convertirá en una pieza fundamental para que la salud física y mental del Lobero Irlandés sean las idóneas. Los paseos son una excelente forma de mantener en forma a este contundente can y, en ellos, demostrará que tiene mucha más agilidad y velocidad de la que aparenta.

El comportamiento del Lobero Irlandés va transformándose a lo largo de su vida. En su etapa cachorra, es un perro mucho más enérgico y nervioso, además, no suele ser consciente de su transformación y crecimiento corporal, por lo que no controla su fuerza. En cambio, su actitud en edad adulta es mucho más relajada y tranquila.

Es resaltable el enorme vínculo amistoso que el Lobero Irlandés crea con su familia, sobre todo con su dueño. Siempre está dispuesto a demostrar su cariño y no suele manifestar agresividad hacia gente desconocida ni hacia otros perros.

El enorme tamaño que alcanza este perro a los pocos años de vida implica que su hogar debe de ser grande, de lo contrario, los comportamientos destructivos y depresivos saldrán a la luz. Aún así, no es una raza que deba vivir aislada en el exterior. Su carácter sociable y afectuoso demanda una familia que lo incluya en el núcleo familiar y que le permita el libre acceso al interior de la casa.

El Lobero Irlandés no se salva de determinadas enfermedades que ponen en riesgo su salud. Al tratarse con un perro de gran tamaño, es común que sufra de torsión gástrica y las típicas displasias (de cadera y de codo) que afectan a las articulaciones del animal y que provocan una cojera bastante incómoda.

En el apartado de patologías graves hereditarias, hay que nombrar el cáncer de huesos que muchos ejemplares de la raza manifiestan en sus últimos años de vida, y determinadas complicaciones en el corazón.

El hecho de que el Lobero Irlandés tenga que enfrentarse a patologías tan importantes como las nombradas, provoca que la esperanza de vida de este animal no sea tan elevada como en otras razas de perros grandes. De media, este can alcanza los ocho años. Por eso, es muy importante contar con un buen veterinario de confianza que te ayude a mantener sana a tu mascota y evitarle, en la medida de lo posible, estas patologías.

Aunque tradicionalmente la mayoría de los perros son buenos con los niños, todos los perros y niños necesitan que se les enseñe a llevarse bien y a respetarse mutuamente para estar seguros. Aun así, los perros y los niños pequeños nunca deberían quedarse solos y los adultos deben supervisar todas las interacciones entre ellos.

Referencias:

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